DIEZ NUEVAS COMPETENCIAS
PARA ENSEÑAR
ORGANIZAR
LA PROPIA FORMACIÓN CONTINUA
PHILIPPE PERRENOUD
Saber organizar la propia formación continua condiciona
la actualización y el desarrollo de las demás competencias, las cuales deben
ser conservadas mediante su ejercicio y práctica constante. La necesidad de una
formación continua hace hincapié en el hecho de que los recursos cognitivos
movilizados por las competencias deben estar al día, adaptados a condiciones de
trabajo en evolución.
A pesar de la continuidad que se requiere, las prácticas
pedagógicas tienen un cambio lento, pero seguro, como por ejemplo: aprender a
aprender, construir competencias, métodos activos de la nueva escuela, respeto
por el alumno, tareas abiertas, cooperación entre alumnos, evaluación a
criterio, pluralidad de culturas, apoyo pedagógico, cooperación profesional,
padres más involucrados, tecnología, observación, reflexión, etc. Se desearía
que las evoluciones se dieran más ra´pidas, pero la realidad muestra que es
poco a poco, y que las prácticas pedagógicas aún no están unificadas. Para esto
se requiere una renovación de que competencias que se vuelvan necesarias en la
mayoría de las instituciones.
En la actualidad saber organizar la propia formación
continua es mucho más que saber elegir con discernimiento entre varios cursos,
sino que se distinguen cindo componentes de esta competencia:
Saber
explicar sus prácticas: algunos formadores desconocen lo que
hacen en clase los profesores a quienes forman, por lo que se ha creado un
movimiento de formación inicial o continúa de sesiones intensivas y explicación
de prácticas, así como también de la evolución de las formaciones tecnologías,
didácticas y transversales. Si los profesores son capaces de explicar y
analizar sus prácticas sacarán más partido de las nuevas modalidades de
formación continua, lo que conlleva a la base de una autoformación
Establecer
un balance de competencias y un programa personal de formación continua
propios: La existencia de un bucle de regulación metódica a
partir de la reflexión sobre la acción aumenta la eficacia profesional de los
practicantes debutantes y este efecto disminuye a medida que el practicante se
vuelve más experimentado. Este aspecto también consiste en saber cada vez mejor
señalar los propios fallos y traducir la diferencia entre lo que se hace y lo
que se querría hacer en un proyecto de formación.
Negociar
un proyecto común con compañeros: Saber aprovechar la ocasión
de proponer y desarrollar proyectos colectivos cuando la situación lo permita,
y saber renunciar a ello cuando la escuela todavía no ja logrado un estadio de
cooperación mínimo. Un proyecto de formación común puede reforzar una cultura
de cooperación, no la crea por completo y puede impedirla si violenta algunos
profesores.
Implicarse
en las tareas a nivel general de la enseñanza o del sistema educativo: La
participación en otros niveles de funcionamiento del sistema educativo amplía
la cultura política, económica, administrativa, jurídica y sociológica de los
profesores en ejercicio. Y se pretende un enriquecimiento de los contenidos de
enseñanza y enfoque más analítico y menos defensivo de fenómenos de poder y
conflicto de funcionamientos institucionales
Acoger
y participar en la formación de los compañeros:
formar a alguien es una de las formas más seguras de formarse, compartir
conocimientos o crear experiencias formadoras lleva a xplicar, organizar y
profundizar en lo que se sabe, conduce a reconocer la impenetrabilidad de las
propias prácticas, el número de cosas que se hacen sin saber desde cuando por
costumbre
Para
que se desarrolle esta colaboración, es importante que el debate se inicie en
los lugares de formación continua, en beneficio de un dialogo entre
profesionales, formadores y responsables de formación, antes de ser objeto de
negociaciones a alto nivel.
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